La mayor crisis sanitaria que registre la historia de la humanidad en lo que va del siglo no solo tuvo consecuencias sobre la salud y en la modificación de conductas sociales, también obligó a los diferentes poderes estatales a investigar, proponer e implementar respuestas que pudieran superar el desafío del aislamiento, tratando de mantener los servicios que el Estado debe brindar a sus habitantes.
Los Poderes Judiciales, obligados primarios a garantizar el acceso a Justicia de todos y todas, se encontraron ante una tarea que no les era extraña, porque la implementación de mecanismos tecnológicos aplicados al servicio de justicia ya venía dándose en las Provincias y la Nación, con distintos proyectos y plazos, como consecuencia de las diferentes inversiones que en cada jurisdicción se realizaban. Pero la pandemia aceleró los tiempos. Sin tecnología era imposible sortear el aislamiento social.
Fue así que un Instituto, creado por la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de las Provincias Argentinas y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (JuFeJus), a mediados del año 2019 –cuando ni se hablaba del COVID19- como un espacio de reflexión, trabajo y conocimientos para avanzar en la modernización tecnológica de los Poderes Judiciales, se convirtió por imperio de las circunstancias en un campo de acción concreta para que los sistemas de justicia pudieran mantenerse activos.
El Instituto Federal de Tecnología, Innovación y Justicia, que preside el ministro de la Corte de Mendoza Mario Adaro, que me toca acompañar desde la Secretaría General y que cuenta con la intervención de ministros y ministras de Cortes provinciales y expertos en Sistemas y Tecnología de diferentes Poderes Judiciales, fue apuntalando y recopilando todo lo que se vino haciendo en materia tecnológica en las Provincias y en CABA.
Presentación online de escritos, oficios digitalizados, libramiento electrónico de fondos, audiencias online de indagatorias, de testimoniales, de juicios abreviados y de juicios ordinarios, merced a la adopción de las distintas plataformas disponibles (Jitsi, Zoom, Webex, entre otras), notificaciones electrónicas y por Whatsapp, mesas de entradas digitales, protocolos para audiencias remotas, implementación de firma digital y desarrollo y aplicación de turnos electrónicos para la asistencia a tribunales, son algunos de los logros alcanzados en muy poco tiempo por los eficientes equipos técnicos con que cuentan los Poderes Judiciales Provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Por caso, la Provincia de Formosa logró en poco tiempo desarrollar un Sistema de Gestión de Turnos, que permite generar turnos parametrizables en cuanto al tiempo de atención en todos los Juzgados y Tribunales de la Provincia, turnos que se solicitan por Internet desde cualquier lugar y con cualquier dispositivo que posea conectividad y que tiende a descomprimir la presencia física en las mesas de entradas. El sistema formoseño ya ha comenzado a aplicarse con singular éxito y fue adoptado también por otras jurisdicciones provinciales (Jujuy, Chubut y Santiago del Estero) en función de Convenios de Colaboración que poseen las provincias argentinas en el marco de la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales.
Pero, sin duda, el salto de calidad que se deriva del Instituto de Tecnología se produce a partir del convenio ya suscripto con Arsat, y que le permite a los Poderes Judiciales Provinciales y de CABA contar con una “nube judicial”, una plataforma como servicio de productos tecnológicos que podrá generar aplicaciones y productos con escalabilidad y automatización preestablecida compartida por todos los Poderes Judiciales en tanto el espíritu asociativo y solidario es nota característica de todos sus integrantes. Firma de convenios con organismos nacionales (como el Renaper) para agilizar la comunicación interjurisdiccional, los avances sobre expediente administrativo electrónico y sistemas de inteligencia artificial, son tareas concretas que el Instituto ya viene desarrollando.
En definitiva, con todo lo doloroso que trajo la pandemia, las Cortes provinciales y de CABA aunaron esfuerzos para superar las dificultades, ayudarse mutuamente, con el objetivo final de mantener activo el servicio de justicia. Queda, por cierto, camino por recorrer. Lo maravilloso del trabajo en equipo es que las utopías se van corriendo, porque cada vez aparecen nuevos desafíos y el horizonte se va extendiendo. Para seguir esa senda, hay excelencia en los técnicos informáticos y voluntad política en los máximos tribunales. El futuro ya llegó.